temo que los lugares donde antes supe ser no estén dispuestos a recibirme, porque saben que te creí capaz de igualar la brisa de los árboles y la tranquilidad del mar; ellos saben que te imaginé más fogoso que un atardecer de primavera y capaz de abrigar, sólo con tus brazos, más que mil mantas en el invierno más frío de la historia.
es de público conocimiento, te creí más que un paseo en bicicleta; es que con vos, aún quiera, podía sentir ponerse el sol sobre mi rostro.
imaginé que con vos alcanzaría para vivir todas las estaciones, en un minuto y desde casa.
y me convencí de que abrigabas más que mil mantas y que te parecías a la primavera, que tus ojos posandose sobre mí era exactamente como sentir el sol quemandome hasta las pestañas.
sin embargo, la primavera sigue, el viento aún sopla y vos te fuiste.
quizá por eso ya no siento arder mis mejillas al salir en pleno atardecer y sigue quemándome el frío sin importar cuánto me cubra, tal vez por eso los pajaritos cantan bajo, casi imperceptible, al verme pasar.
tal vez sea por eso que no me reciban en los lugares donde alguna vez me sentí plena; quizá ellos - o yo - no sean capaces de perdonar jamás que te creí a vos, humano, un igual de la grandeza que nos rodea.
quizá no puedan comprender cómo ni por qué preferí tus ojos por sobre la más luminosa de las estrellas.
cuando dejaste de posar tus ojos sobre mí ¿imaginaste que podrías matarme de frío?
¿cómo no supe ver que vos eras pasajero y que, si lo eras todo, terminarías por dejarme sin nada?
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