el día más caluroso del invierno más frío de la historia
fue ese en que nos vimos por primera vez
el viento golpeaba mí rostro intentando poblar con su helada cada poro de mí piel
y vos,
cada vez que me mirabas,
colmabas con fervor cada milímetro de mí.
nadie nunca había generado un incendio de tal magnitud que lograra pasar tan desapercibido.
no hay testigos,
nadie vió el fuego en mis tripas
sino fui yo quien lo sintió.
cada vez que el frío invierno parecía retornar hacia nosotros
bastaba una acción para iniciar una hoguera.
nuestras manos entrelazadas,
nuestras rodillas tocándose,
nuestros ojos encontrándose
o el sonido de tu risa retumbando en mis oídos.
habíamos vivido en una mentira: no existía el frío, sólo existían personas que aún no se habían encontrado.
para enardecer bastaba que me notes, bastaba notarte.
Comentarios
Publicar un comentario