si te dijera que el día tiene el mismo olor que aquel 2 de abril del 2019 que partiste, te estaría mintiendo. 

desde ese día nada se repitió, el sol siguió saliendo, la lluvia cesó, llegaron calores abrumadores y fríos paralizantes, todo fue lo que siempre había sido y el mundo no se detuvo cuando se enteró que te habías ido.

si te dijera que, excepto vos, todo lo otro sigue vivo; inclusive lo que juraba que era solo tuyo y te pertenecía. 

podrías creer que Star Wars siguió lucrando y kiss siguió tocando? cómo no llega hasta allá el impacto de que no esté más su mayor consumidor? 

si te dijera que tu muerte terminó de matar todo aquello subjetivo que hacía tu presencia: el olor del aire cuando yo era hija de alguien, la música entrando por mis oídos y recorriendo mi cuerpo cuando tenía padre, o la tranquilidad de desmoronarme sabiendo que había alguien detrás que por mandato social moral y legal debía sostenerme. 

si supieras que lo único vivo que queda de vos es lo que recuerdo, y que el inevitable paso del tiempo está también matando eso. 

ya casi ni hablo de tu muerte, se convirtió en un comentario al pasar, algo que sucedió en algún tiempo pero no termina de esclarecerse cuál. si no tuviera la memoria al día, si anduviera medio perdida, hasta podría llegar a decir que ni siquiera fue en esta vida.

en algún punto parece que cuando te tuve vivía otra vida; casi todo lo que tengo no sabe de vos más que lo que yo recuerdo. quedan pocos de los que te conocieron, me rodeo solo de algunos de aquellos a los que viste crecer, a los que les diste de comer o a los que acercaste con el auto.

hoy pienso en la muerte y solo me molestan dos cosas, que es bastante poco para todo lo que me molestó: una, que te haya convertido en un lenguaje que solo quienes te conocimos entendemos, y que tu recuerdo deba elegir entre vivir solo en mi cabeza o formarse en mis palabras, pero quedar en la fe de quien me lee; la segunda, que me haya enseñado tanto de todo eso que me hubiera gustado contarte que sé.

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