hay un espacio entre vos y yo
ese aire que fluye por medio de nuestros cuerpos
en aquel dormir apretado que siempre deja algún espacio carente
porque nuestros cuerpos son sólidos y no pueden deshacerse para rehacerse en cera, a fin de moldearse el uno con el otro
para que ya nada nos separe
en ese espacio, entre el todo y la nada
entra la costumbre de quienes fuimos, antes de tocarnos por primera vez
pienso, entonces, al querernos dejamos atrás abandonado aquel ser que ya no somos
y considero, en algún lugar, en la nada que se forma entre la colina de mi pantorrilla y tu tibia,
hay una jazmín - muy grande y pequeña a la vez - que aquel 30 de octubre se quedó en su casa
y que no entiende porqué nunca regresé a casa, porqué jamás volvimos a reproducir aquella playlist de desamor, ni porqué nunca más agarramos la notebook para escribir en nuestro blog
me da lástima pensar en que no la preparé para el abandono, y que no me preparé para dejarme atrás
no me arrepiento igual, solo que, a veces, me encuentro con ella, y me obliga a admitir que en la plenitud un poco se extraña el dolor y esa sensación de lo infinito.
en algún punto, llegué a creer, el dolor por más insufrible que sea, es el único capaz de plantarte la certeza de lo ilimitado.
quiero alejarme de él, ojo, sin embargo, no quiero olvidarme de donde vengo, porque si un día la efímera felicidad se hace una con su cualidad de efímera, y el dolor se resiente ante mi olvido, ¿quién me recibirá? ¿deberé entregarme a la apatía?
por las dudas, pongo en privado las playlists y, poco a poco, intento retomar el hábito de escribir. yo me despego de un destino doloso pero, como toda ansiosa, por las dudas... ya sabemos..
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