traigan la ouija

siento que todos los días me desarmo un poco más, hasta no reconocer cuando soy y cuándo no. bueno, creo que de eso se trata desarmarse en cierto punto.

todos los días me atraviesa una nueva historia de la que nunca escuché ni leí, pero mi tacto no la puede negar. algunos días me levanto con la sensación en mis entrañas de que acabo de perder al gran amor de mi vida, otros con el dolor en mi pecho de ver morir a quien más quería, otro con el sabor amargo de la frustración que me susurra al oido todo lo que no logré, como si el negocio por el que trabajé durante toda mi vida se hubiese ido a la mierda, y siento que medio me quedé sin nada. ninguno soy yo, pero todos me re-hacen día a día.

¿puede ser que la empatía se transforme en demencia? 

al final quién soy, no? y cómo pedirle a estas vivencias tan ajenas que dejen de habitar mi cuerpo. que no soy quién para que se reflejen en mi interior.

ojo, yo las respeto mucho. es como la gente que cree en fantasmas, bueno, yo creo en fantasmas emocionales. esto que siento, no es mio, pero por algo me eligió hoy (una nueva aventura cada día *se deprime*) y pretendo respetarla. así que si la historia que nunca viví sobre perder el gran amor de mi vida en algún accidente desafortunado me pide que lo lloré entonces pondré adele y LO LLORARÉ.

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