las épocas de crisis traen canciones que marcan tu vida

Me gustan los balances de fin de año, y las comparaciones. 
Todo lo que muchos odian, yo lo quiero igual. 
Me gusta mirar para atrás, y quizá sea contraproducente y deba tratarlo en terapia, quizá. 
Hace un año atrás tenía muchas cosas que hoy no, algunas las extraño, otras no. Tenía tanto, pero faltaba un montón más. 
Hace un año, por esta época, volvía del particular en bicicleta, y disfrutaba cómo el aire irrumpía en mi rostro. Un montón de partes de mi lloraba y entraba en crisis, por ese entonces lamentaba muchas cosas, y todo me dolía más por las noches. Temía de todo, pero andar en bici me calmaba un toque. 
Y entre toda esa crisis, encontré muchísima música buena que me remil encanta a día de hoy; la maravillosa orquesta del alcohol. 
Odio lo cursi de creer que una banda puede ayudarte en algo, pero el nivel de entendimiento de la vida de estos seres, me hizo comprenderme un poco más, y saber que hay un fuego dentro. 

Siento que todas las crisis que pasé a fin del año pasado me preparaba para el comienzo de este que se va. Intento tirar al fuego todo aquello que me ata a aquella jazmín que por las noches temblaba lloraba y se descomponía. 

Re que no terminó este año todavía, y pueden pasar mil cosas más. Quiero decir que el 2019, sin contar aquella vez que mi padre murió y aquella otra donde me robaron, fue un gran año que me obligó a reinventarme. 
Sobre todo agradecer porque me dejó compartir este fuego que iluminaba los ojos de niños que, sin saberlo, iluminaban mi semana. 
Se termina la década y aún no me doy cuenta

Espero leer esta entrada cuando esté terminando la década que se viene y que la experiencia me haya obligado a entender que la única forma de ser feliz es ganar el telekino. Osea, espero que para cuando esté leyendo esto haya ganado el fucking telekino. 



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