507

como ya no quiero joder a mis amigas con el mismo tema, lo escribo.


cuando era chica mi lugar favorito en el mundo era el colegio de mi mamá.
pasaba tardes y tardes ahí. comía, jugaba, iba a las salidas educativas y, de vez en cuando, flashaba amor con algún alumno.
ahí aprendí un montón de cosas, un montón sobre patologías, psicología, aprendí por sobre todo a que ante todo el frio que pasan esos chicos, un abrazo resguarda. aprendí la importancia de que la educación se desarrolle en un ámbito familiar y tranquilo (lamentablemente no todas las escuelas se toman ese trabajo, pero como era una escuela especial corría con la suerte de que si), y que a veces una maestra puede ser una madre o un destello de esperanza. que nuestras acciones siempre cuentan ante quien lo necesita. y que ayudar es más fácil de lo que se cree.
que nosotros nos juzgamos mucho y desvalorizamos demasiado nuestro accionar, pero que si no tenés a nadie y sos marginado por una sociedad que te teme por haber tenido menos oportunidades, una palabra, abrazo, un plato de comida o una prenda, es cambio.
en el colegio de mi vieja aprendí banda de cosas y lo amé desde el primer día que lo pisé hasta el último. 
aprendí lo que era sentirse cómoda y plena en un lugar, y también me aprendí de memoria el TEMAZO que es el enojado de fuerte apache. 
https://www.youtube.com/watch?v=Mw47LFMW2Co

me apasioné por la educación especial ¿? y odié el sistema un ratito, porque yo los ví y los conocí, entonces me niego a perdonar éste sistema que los empuja a una realidad que no quieren tocar. me niego a creer que el chico que siempre boludeaba y jugaba a la pelota en el patio, de mi misma edad, merecía que un policía le meta un tiro. quizá esté enojada mucho tiempo más, enojada y dolida, con el estado y con la educación, pero lo dejamos para otra entrada.

para mi el colegio de mi mamá fue todo, y lloré mucho cuando se fue (real), pero porque sabía que, quizá, nunca me iba a volver a encontrar tan feliz en otro lugar.

pero de todas las cosas que me enseñó el colegio de mi mamá, la más importante, es soltar. dejar ir.
me enseñó que ya no iba a poder volver ahí, ni vería a los mismos chicos, pero que siempre en algún rincón de mi mente, al pensarlo, iba a sentir la misma plenitud que sentía cada vez que pisaba ese lugar.
en una instancia de mi vida creí que debía estudiar maestra especial, aunque ahora pienso que me gustaba más ser la hija de la seño que, quizá, ser seño. 
y aunque intentara jamás podría olvidar las veces que me tomé el colectivo hasta allá, que comí con ellos, que canté, las pulseras que me hicieron, los espejos, los abrazos, y los chistes. los viernes de 2012 donde iba *atenti* solamente para ver a julian, los viajes a chapadmalal, las visitas a la laguna de los padres, las actuaciones, y los rocklets.

no sé si todos tienen la suerte de decir que un lugar los hizo tan feliz. que les dejó tanto. y que, encima, les enseñó ese temazo de fuerte apache. me hicieron mejor persona (perdón por haber bajado la calidad con el tiempo).
siempre lo mejor de mi. la hija de laura.


Comentarios