me robo a mi misma

buenas buenas, tengo otro blog que no voy a decir cuál es para resguardar mi dignidad (ahre que si entraban al perfil lo podían ver), la cosa es que leyéndolo encontré ésta entrada que publiqué hace banda pero aún así creo que tiene banda de lo inexpugnable que flasho ser y lo que digo por si me quieren oir.


Desigualdad, por mi, j:

Es la tercera vez que escribo esto. Mi coneja está haciendo un ruido molesto y que imposibilita centrar mi atención en esto.
Pongo mi disco favorito para calmar, no prometo nada.
Los libros en el estante, acomodados de mayor a menor, ya no con tanta precisión, pero acomodados al fin; los cd's en el cajón, los de tapa blanda por un lado, y los de tapa dura por el otro, ritual que sigo solo por cuestión de costumbre, hoy no molesta tanto; mis maquillajes, raramente, acomodados de forma cómoda; las remeras por un lado, los jeans por el otro; las camperas colgadas, al azar; los zapatos en su lugar; el colchón de sobra sin molestar; el tele sobre un mueble; todo está en orden, como anteriormente pasó, pero tengo en mi ser la frescura de un cambio.

Quizá me equivoco, aunque espero que no.

Está todo donde siempre lo acomodo, solo que yo no estoy como siempre que acomodo, no busco un orden mental basandome en el orden de mi habitación. No hoy.

Siento que ahora, después de dos años, me estoy reencontrando con lo que soy. No sé si va a durar mucho, pero lo disfruto.

Porque, no sé cómo, ni porqué, pero de un momento al otro me olvidé todo lo que tuve, lo que tengo, y lo que puedo tener. Me olvidé lo afortunada que soy por tener, una, dos, más, camperas capaces de abrigarme ante el temible frio, y de saber que, si un día pierdo todas mis camperas, tengo brazos que pueden cubrir su trabajo.

Realmente me siento agradecida por todo lo que tengo, por la salud y educación pública, por tener agua potable, por tener una familia que, quizá sea chica, pero sienten y quieren a la velocidad de miles de personas.

No me siento más, jamás diría eso, siento que lo que soy es, en parte, los beneficios que tuve. Porque todo lo que nombré anteriormente, no es, ni será, mérito mio.

Mis beneficios son, lamentablemente, a costa de la vulneración de los derechos de otros, porque así funciona el sistema. No soy millonaria, mi familia es promedio, y salieron de la nada, ellos no hacen al sistema.

Tengo un montón de cosas, más allá de lo material, tengo amigos geniales, una estructura de la personalidad (a veces un poco débil), para mi, y desde lo más humilde de mi ser, bastante linda; tengo una familia increiblemente abierta, medio disfuncional, pero que sabe vivir en soledad, cuándo molestar y cuándo se pasan de pesados. Tengo un modo de aprendizaje corriente. Tengo ideales. Y los puedo gritar, porque ni en mi casa, ni (parcialmente) en la sociedad, son reprimidos.

Tengo más de lo que me falta, y aunque me faltara todo lo material del mundo, tengo un entorno lleno de amor, eso me salva.

No necesito nada, y aún así pasé momentos de mierda. Lloré hasta que mi cuerpo no pudo más, vomité todo lo que pude, tuve ataques de pánico, no salí de mi casa, me peleé con todo ser habido y por haber, me trataron horrendamente mal, creí que era una mierda, me marginaron, por puta, por estúpida, por infantil, por fea, por cosas tan banales que, lamentablemente, en algún momento, tomaron la total importancia de mi vida; me rompieron en mil, me acosaron, hostigaron, me quisieron ver mal, y lo lograron. Aún así no me falta nada. Porque tengo lo necesario para sobrevivir en esta sociedad, en la que pasas a segundo plano por todo. Pero no quiero.

No quiero mis camperas si sé que no van a abrigar a alguien más, ni los abrazos si sé que en algún lugar alguien está muriendo de frio, un frio, que recorre el corazón; no quiero mi cama si otro tiene derecho a una, y aún asi, no la recibe; no quiero los cd's porque alguien debería también poder escucharlos, porque seguramente valore y le guste más la música que a mi.

No sé porqué estos beneficios me tocaron a mi, ojalá les hubiese tocado a ustedes, y su llanto no me doliera, no me carcomiera la psiquis, sus miradas no me pasaran el frio de sus almas, enfriadas a la fuerza; ojalá, ojalá les pase, y la vida sea, por primera vez, justa.

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