yo te abrí mi corazón; te entregué todo lo que tenía para entregar. te invité a pasar, te serví un té y dejé que te pongas cómodo.

te acomodaste, y cada día te hiciste más grande. de golpe llenaste mi habitación, el comedor, la cocina, el baño y el pasillo con tu olor, con tu piel, con vos. 

¿yo cabía adentro tuyo? 

estoy tan repleta de vos que debería rendirme con esto de habitar mi piel, si es que quiero olvidarte. hasta mis poros lloran por no encontrarse con los tuyos. 

vos no me llevaste a ningún lugar, pero yo te llevo a todos; hasta los que nunca quisiste ir, están marcados por el recuerdo de tu negación. 

vos podés recostarte en tu cama y nunca tendrás nada de mi; podés hacerte un té sin pensar en un tercero, o mirar a tus gatos sin pensar si sienten mi ausencia o no porque, simplemente, nunca estuve presente. vos no lo quisiste, y aunque me ahogué durante mucho tiempo en un inmenso dolor en relación con el rechazo, ser escondida, etc, sabés que ahora me parece una jugada maestra.

qué rincón de esta ciudad podría dar fé de que lo nuestro existió? literalmente, solo mi habitación y este blog. dudosa veracidad, no? 

un día va a terminar de borrarse tu olor de acá; voy a cambiar el papel de la pared para que no queden testigos de quienes fuimos; un día voy a tirar todos los pañuelitos que dejaste arriba. voy a cambiar las sabanas, y no existirá tela que pueda dar fé de que alguna vez nuestras piernas se rozaron. 

un día no vas a estar, y cuando diga que tuve novio no me van a creer, porque no te reconocerán. y, para ese entonces, ya habré acabado con todos los testigos. 


Comentarios