un día a la vez

un día te fuiste en colectivo, y me quedé esperando en la cuadra de enfrente a ver si me saludabas por la ventanilla
un día decidiste caminar, me quedé mirandote a ver si, en una de esas, te dabas vuelta a verme
otro día te fuiste en taxi y te seguí con la mirada hasta que dobló en la esquina; tal vez, esa vez, que era la última, ibas a darte vuelta emocionado para grabarte mi imagen en la cabeza. no pasó. 
todas las veces que te fuiste, me quedé mirandote a ver si podías retroceder el tiempo; congelarnos en ese instante. pero no hubo instante.
no puede haber instante si dos ojos no se miran, y vos no te volteaste.

siempre miré hacia adelante, y no precisamente por ansiar el futuro sino porque sabía que mi adelante era tu atrás, estaba siempre cuidandote la espalda para que si, por una de esas casualidades, te dabas vuelta encuentres unos ojos conocidos, y no el filo frio de quien te da la espalda. 

de ese filo te hablo; ese con el cual me atravesaste. frio, ambiguo, clavado en mi como un puñal: nunca pude verlo; ardía tu rostro en mis ojos de tal manera que no pude darme cuenta que me estabas congelando. 

con todo esto que fuimos, ¿qué puedo hacer?
no encuentro palabras para hacerlo poema
ni tampoco recortes para hacerlo arte 

tal vez soltarlo, y que esta vez me toque a mi seguir sin mirar atrás porque, sé, no vas a estar esperandome con un cálido adiós.

Comentarios