hay un cuerpo roto que yace bajo tus pies, y un camino que marcaste con el polvo de mis huesos. en algún momento te limpiaste y mi dolor dejó de significar un enchastre. hoy lo que fuiste no te identifica y no te encontras en aquellos pies que me pisaron, era el extremo de una extremidad, fuera de si.

pero yo no era una extremidad, era un cuerpo entero y entregado. y no te culpo, no eras vos, eran tus pies, que anda a saber qué habrán tenido que recorrer, anda a saber si no eran todo lo que te había quedado de lo que te pisotearon. 

pero no podría yo pedirle a mi cuerpo que olvide lo que han hecho con él, aunque estés dispuesto a borrar aquellas huellas con un nuevo andar ¿quién devuelve lo pulverizado? ¿cómo acostumbro un cuerpo viejo a un nuevo tacto? ¿cómo le pido a un cuerpo que sea lo que era antes porque vos no eras aquello que dolía, si yo si soy aquella que sintió dolor?

y en el afán de sobrevivir me disocié de quien yacía en el piso, ahora tus pies no me alcanzan pero, debo confesarte, aunque estén enraizados en la tierra, a veces pesan sobre mi espalda.

Comentarios